36. Almorzando con Mirtha Legrand (Gerardo Lavella)

Te conocí a fines del año 2000 en el segundo subsuelo de Pecom, trabajando para el famoso proyecto Fusión. Para mi era todo desconocido, otro mundo, gente nueva y entre el grupo sobresalías vos, toda una institución, un referente, un histórico!
Recuerdo varias anécdotas durante todos los años que compartimos juntos en la oficina pero sin dudas la que más recuerdo fue la ocurrida un mediodía mientras trabajábamos en alguno de los tantos proyectos de Petro en Maipú 116.
Se acercaba el mediodía y no había nada que podía apaciguar el hambre voraz después de una larga mañana inmersos en el mundo del JDE… Te propuse ir a comer algo a lo que para mí es uno de los mejores lugares para ir a almorzar en el microcentro: “PAULIN” Obviamente no sabias donde íbamos y no fue muy difícil convencerte para enseguida emprender el camino a lo que sería tu almuerzo más estresante del proyecto… El tema se complicó pero cuando llegamos a la puerta del lugar, todavía no entiendo como hice para convencerte de entrar; en la puerta del angosto bar había una multitud similar a la cantidad de gente que hay en la puerta de un bar irlandés del microcentro en el día de San Patricio… bueno, no sé qué te dije ni como te convencí, pero la cuestión es que de pronto estábamos encarando para adentro.
Finalmente pudimos ingresar pero esto recién empezaba, el problema era conseguir un lugar en la barra para poder comer algo. Después de esperar un rato en el pasillo, donde cada 10 segundos había que respirar hondo y meter la panza para que pase alguien entre el que estaba sentado comiendo y vos que estabas parado con el culo en la pared, finalmente conseguimos un par de lugares. Una vez sentados el mozo de la barra, sin ni siquiera mostrarte algún tipo de menú ni decirte cuales eran los platos del día te pregunta en vos intimidante “…que te sirvo?” lastima que no tenia una cámara en ese momento, la foto de tu cara hubiese sido el mejor recuerdo de este almuerzo… jajajjaja
Pedimos un par de sánguches y algo para tomar. Pero sin duda lo mejor fue cuando le pediste un poco de hielo para enfriar la bebida. Al rato de pedirle el hielo, el mozo se dirigió a vos, esta vez con el tono de voz un poco más alto para asegurarse que lo escuchabas, y te dijo “arriba, arriba”… jajajajajaja Confieso que yo tampoco entendía nada, no sabíamos si era que nos teníamos que levantar de la barra o si había algo en el techo que teníamos que mirar; el tema era que tenías que levantar el vaso para que te ponga unos cubitos… Mientras comíamos, teníamos siempre alguien atrás respirándonos en la nuca para que nos apuremos y dejemos la barra, sin duda una sensación muy especial. Terminamos de comer y luego de escurrirnos entre la gente hasta la puerta y de pagar, pudimos salir del bar.
Desde este día me di cuenta que un tipo como vos no se merece este tipo de lugares, vos estás para otra cosa y solo espero que hoy te hayan preparado algo a la altura del acontecimiento…
Desde el viejo continente te hago llegar un fuerte abrazo y sabé que siempre que me acuerdo de vos me acuerdo de este “almuerzo” que aunque un poco sufrida fue una buena experiencia...
Un fuerte abrazo y MUCHAS FELICIDADES!!!
Gerardo Lavella

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