14. Recuerdos de un viejo gran amigo (Flia Mealla)
Circa 1983, en una consignataria de hacienda, hoy difunta, conocí a un personaje muy gracioso que trabajaba en sistemas, bajito y con bigotes y aunque tiene otra característica muy desarrollada que lo distingue del resto de los humanos, por caridad no la voy a nombrar.
En ese entonces yo estaba en finanzas haciendo un relevamiento estadístico y éste sector con el de sistemas compartían el mismo espacio, solo nos separaba una línea de terminales, nosotros veíamos los cables y ellos las pantallas.
Al compartir horas eternas del día, más que tediosas por lo general, el bajito, narigón, con bigotes, perdón lo de nari… no tenía que nombrarlo, no?, sigo … nos hacía reír todo el tiempo, no te dejaba pasar ni un aviso gratis, la realidad es que por momentos la oficina era un despelote, pero como los resultados eran buenos nadie podía decir nada, aunque alguno que regresara de la reunión de directorio tuviese ganas, como Pechieu … te acordás?
Pasaron unos pocos años y el bajito se casó y fue papá de una chiquita preciosa, Clarita. Para ese entonces yo ya había dejado de ser una compañera de trabajo para convertirme en amiga de su familia, así que me invitaron al bautismo de la beba, como me daba vergüenza ir sola me acompañó una amiga.
Paralelamente mis padres, y sin saberlo en un principio, eran pacientes del padre del bajito, con lo cual los cuentos, anécdotas y preocupaciones las ponían sobre el tapete cada vez que tenían alguna consulta médica, digamos que deberían hacer algo así como terapia de grupo, hablando de nosotros, de nuestros hermanos y demás yerbas, o sea las familias.
No pasó mucho más tiempo que llegó Luisín, para ese entonces yo ya estaba noviando con quien sería mi marido. Dos años más tarde me casé…
…y de regreso de la luna de miel en Brasil venía con nosotros Faicito, en San Isidro venían en camino Matías y Luquita Lupacchini, hijo de otro sanisidrense casado con mi íntima amiga, la rubia Isa madrina de Faici , que ya tenía a la Colorada, obviamente el gordo Lupacchini y el bajito se conocían.
Luquita nacío el 19 de julio, Faici el 3 de agosto y Matías el 11 de agosto, todas estas coincidencias unieron más a las familias Firmat, Lupacchini y Mealla, todos cambiábamos pañales, calentábamos mamaderas o las mujeres dábamos la teta, todo al mismo tiempo.
Compartimos los ratones Peréz , cumpleaños, comuniones, en fin, un linda troz de nuestras vidas… Fuimos juntos a Tandil, a Atlántida y por mucho tiempo nos vimos casi todos los fines de semana.
Luego los chicos fueron creciendo, sus intereses cambiando y los grandes los acompañamos a jugar el partido de fútbol para el equipo del colegio; despedimos a los Lupacchini que decidieron irse a vivir a Bariloche y sin darnos cuenta nos fuimos distanciando.
Pero esa distancia no modificó en nada el cariño que nos hemos tenido, creo que podrían pasar años y si nos volviésemos a encontrar nos sentaríamos a charlar y a reírnos como lo hacíamos en la oficina.
Querido Lui, todos estos años de amistad sirvieron para conocer y reconocer en vos a un verdadero amigo, en las buenas y en las malas, como es en la vida.
Gracias, mil veces gracias…
Y ¡¡¡Feliz Cumpleaños cincuetón!!!
Te queremos mucho…
Cristina Mealla.
Querido Lui:
Los recuerdos que tengo de vos, son ciertamente buenos.
Muchos fines de semana con los chicos y los Lupa .
Pero lo que mas me quedo en la memoria fue aquel verano en Atlántida hablando todo el día en cocoliche y poniendo nerviosas a nuestras respectivas y felices a los chicos que no podían creer lo salame que eran sus padres.
Bueno te mando un gran abrazo y espero volver a escribirte para los 100.
Cariños
Papo Mealla
En ese entonces yo estaba en finanzas haciendo un relevamiento estadístico y éste sector con el de sistemas compartían el mismo espacio, solo nos separaba una línea de terminales, nosotros veíamos los cables y ellos las pantallas.
Al compartir horas eternas del día, más que tediosas por lo general, el bajito, narigón, con bigotes, perdón lo de nari… no tenía que nombrarlo, no?, sigo … nos hacía reír todo el tiempo, no te dejaba pasar ni un aviso gratis, la realidad es que por momentos la oficina era un despelote, pero como los resultados eran buenos nadie podía decir nada, aunque alguno que regresara de la reunión de directorio tuviese ganas, como Pechieu … te acordás?
Pasaron unos pocos años y el bajito se casó y fue papá de una chiquita preciosa, Clarita. Para ese entonces yo ya había dejado de ser una compañera de trabajo para convertirme en amiga de su familia, así que me invitaron al bautismo de la beba, como me daba vergüenza ir sola me acompañó una amiga.
Paralelamente mis padres, y sin saberlo en un principio, eran pacientes del padre del bajito, con lo cual los cuentos, anécdotas y preocupaciones las ponían sobre el tapete cada vez que tenían alguna consulta médica, digamos que deberían hacer algo así como terapia de grupo, hablando de nosotros, de nuestros hermanos y demás yerbas, o sea las familias.
No pasó mucho más tiempo que llegó Luisín, para ese entonces yo ya estaba noviando con quien sería mi marido. Dos años más tarde me casé…
…y de regreso de la luna de miel en Brasil venía con nosotros Faicito, en San Isidro venían en camino Matías y Luquita Lupacchini, hijo de otro sanisidrense casado con mi íntima amiga, la rubia Isa madrina de Faici , que ya tenía a la Colorada, obviamente el gordo Lupacchini y el bajito se conocían.
Luquita nacío el 19 de julio, Faici el 3 de agosto y Matías el 11 de agosto, todas estas coincidencias unieron más a las familias Firmat, Lupacchini y Mealla, todos cambiábamos pañales, calentábamos mamaderas o las mujeres dábamos la teta, todo al mismo tiempo.
Compartimos los ratones Peréz , cumpleaños, comuniones, en fin, un linda troz de nuestras vidas… Fuimos juntos a Tandil, a Atlántida y por mucho tiempo nos vimos casi todos los fines de semana.
Luego los chicos fueron creciendo, sus intereses cambiando y los grandes los acompañamos a jugar el partido de fútbol para el equipo del colegio; despedimos a los Lupacchini que decidieron irse a vivir a Bariloche y sin darnos cuenta nos fuimos distanciando.
Pero esa distancia no modificó en nada el cariño que nos hemos tenido, creo que podrían pasar años y si nos volviésemos a encontrar nos sentaríamos a charlar y a reírnos como lo hacíamos en la oficina.
Querido Lui, todos estos años de amistad sirvieron para conocer y reconocer en vos a un verdadero amigo, en las buenas y en las malas, como es en la vida.
Gracias, mil veces gracias…
Y ¡¡¡Feliz Cumpleaños cincuetón!!!
Te queremos mucho…
Cristina Mealla.
Querido Lui:
Los recuerdos que tengo de vos, son ciertamente buenos.
Muchos fines de semana con los chicos y los Lupa .
Pero lo que mas me quedo en la memoria fue aquel verano en Atlántida hablando todo el día en cocoliche y poniendo nerviosas a nuestras respectivas y felices a los chicos que no podían creer lo salame que eran sus padres.
Bueno te mando un gran abrazo y espero volver a escribirte para los 100.
Cariños
Papo Mealla
Comentarios
Publicar un comentario