23.Perfume de Mujer (Bernardo Cantor)

Esta es una breve reseña de una situación delicada, quepor allá, alrededor de los últimos días de algún año más o menos reciente, nostuvo en vilo a muchos de nosotros, que casualmente o no, nos encontrábamos,quizás sin saberlo, en uno de nuestros fines de año más trabajosos.
Corrían los últimos días del año, entre las navidades y el 31 y eltrabajo cada vez resultaba más pesado. La implementación de una de lasúltimas compras de un Gulliver, que volvía a deglutir a un liliputense ynuestro trabajo no era ni más ni menos, que ayudar la digestión del demayor tamaño.
En el medio de un Buenos Aires con altas temperaturas, indefiniciones, malhumor, gente sin vacaciones, el clima del proyecto se enrarecía y nadiequería permanecer más allá del rango de horas estipuladas por los contratoslaborales.
Pero esa noche fue distinta a otras. El fresco de mi casa fue reemplazado por un aire pesado. No pude compartir el lecho con quién más quería, mi señora;sino que la alfombra, las sillas, algún escritorio y más de un colega,fueron parte de esa velada que no justificó el cambio de mi compañera.
Tanto era la desidia sobre nosotros mismos, que el trabajo nos pasó porencima, las horas se sucedían y los personajes pasaban como si estuviésemos enlas primeras horas de cualquier otro día hábil.
Luis, Fabián Hafner, Duilio Matteucci, María Ester Kloster, y yo entre otros pocos, no nos movíamos de nuestras azules poltronas. Y el calor, el cansancio, el hambre y otros problemas nos apoderaban.
De a ratos se abrían los ojos y configurábamos algún ítem, alguna cuenta contable o "matcheabamos" los saldos de las facturas pendientes de algún proveedor con el saldo de la cuenta contable.
Pero llegó la mañana y los aires acondicionados no trabajaban como debían;los que habían regresado esa noche a sus casas fruncían sus ceños, nosmiraban como a gente sin techo. Algunos pasábamos inadvertidos, pero uno deellos no.
Luis había tenido mucho trabajo, casi no durmió, el sol candente delexterior parecía que traspasaba los anchos pisos y llegaba a los másprofundo del edificio de Maipú 1. Lo nauseabundo rozaba lo hediondo, así que con Fabián decidimos adelantar y festejar el aniversario de Luis, y realizarle unregalo que representase y nos ayudase a pasar ese nuevo día.
La idea surgió en forma unánime, en lo único que diferíamos era en el color
Uno de los pocos locales de Chemea que aguantó la devaluación fue nuestrogran cómplice.
Entre algún desodorante que tenía en mi escritorio, más una camisa nueva,recién comprada y un pequeño enjuague, el día pasó y pudimos llegar a tiempoa la esperada implementación de una Fusión, que no fue la última pero que seguro no la olvidaremos más.
Bernardo Cantor

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